PARADOS EN LA PUERTA Autora Palomew socia número 25

Un grupo de Héroes y heroínas se juntan en el Zulema para vivir aventuras y los bardos dan buena cuenta de ellas. ¡Aquí la segunda sesión! ¡También disponible en formato audio en Youtube!
Guido di Braccio siguió su camino acompañando a la caravana
de personas que habían perdido su hogar y buscaban asentarse lo
más cerca posible de la que había sido su casa tantos años.
En esta caravana, conoció también a otro tipo de personas,
unas que no viajaban como supervivientes de la catástrofe sino que
trataban de ayudar como hacía él: el gnomo mago Noit; dos
tiefling: el guerrero Astral y el brujo Karut; y dos humanos: el
bardo Renard y la monje Yuimaru.
Juntos, llegaron a Puerta de Baldur.
Allí encontraron que no eran bien recibidos, pero tras
mezclar labia y magia, consiguieron pasar a la ciudad, con la
condición de que averiguasen para Darin Farnbull, Llama del Puño
Llameante, cargo medio de la guardia de la ciudad, quién había
sido el responsable de la muerte de un tal Marcus Hallgate, que,
casualmente, era conocido de la infancia de Sagren Hall, marido de
Vasha, dirigente de la caravana.
Tras hablar con varios comercios y diversas personas y
enfrentarse a un grupo de matones que daban palizas a plena luz
del día aprovechando la oscuridad de los callejones de la ciudad,
el grupo recabó la suficiente información como para saber que algo
chungo estaba pasando: una secta iniciada hacía tiempo en Elturel,
había llegado a Puerta de Baldur. Su líder era Gharizol y decían
luchar por El Caído, Zariel, un ángel corrupto.
Descubrieron también que ese asesinato no era el primero que
ocasionaban los sectarios, sino que hacía ya seis meses, Nagut,
amigo de Marcus, había muerto a manos de una bestia en extrañas
circunstancias y Mirna, persona cercana también a las víctimas, lo
había hecho un par de meses atrás, habiéndose encontrado su cuerpo
en dos mitades y su sangre derramada y esparcida de forma
antinatural.
Esa información era ya conocida por Dovis Clovergate, guardia
de la ciudad alta, con quien, tras concretar y ampliar
información, llegaron a la conclusión de que todas las personas
asesinadas, descendían de antiguos residentes de Elturel,
migrantes a Puerta de Baldur.
Tras acabar de atar casi toda la información, los aventureros
decidieron ir tras Harwin, modista amigo de la reciente víctima.
En efecto, era quien le había asesinado, pero lo hubo hecho sin ser consciente de ello. Todo apuntaba a que alguna criatura había
tomado el control de su cuerpo y de su mente y se había
aprovechado de ello para llevar a cabo la macabra acción. Harwin,
quedó abatido tras este descubrimiento y acompañó a los
aventureros a entregarse a la justicia.
De camino al cuartel del Puño Llameante, una voz proveniente
de la boca del detenido, pero irreconocible para todos, agradeció
al grupo que hubieran llevado hasta la ciudad a la caravana de
personas supervivientes de Elturel.
Bonata, mujer de Marcus, fue detenida a falta de pruebas que
determinaran si se encontraba o no en la secta.
El grupo había terminado su labor en Puerta de Baldur:
ayudaron, o eso parecía, a las gentes de Elturel a encontrar
cobijo, aunque no tenían confianza en haber hecho lo correcto.
También encontraron al asesino de Marcus, aunque no fuese
realmente él.
Guardaron entre sus pertenencias una caja que encontraron en
casa de Marcus, con la heráldica de los Jinetes Infernales y el
lema “Al infierno y vuelta”, firma de la caballería de élite de
Elturel. No sabían qué podía significar, pero les había parecido
suficientemente importante para no compartirlo con la guardia ni
con otras personas.
Demorando su partida por todas estas dudas, los aventureros
permanecieron algún tiempo más en la fortificación.
Pocos días después de los narrados sucesos, antes de que
partieran de nuevo, una nota de Darin Farnbull les informó de que
las muertes no habían cesado: una nueva persona había sido
asesinada.
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